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De aves necrófagas

De aves necrófagas, ornitólogos dominicales y otras especies más o menos dañinas.

 

La falsa preocupación del agorero que se te acerca a decirte la pena que le causa tu pequeña anunciada desgracia: qué pena que la lluvia vaya a truncar tus planes de fin de semana, por ejemplo. No estoy hablando de tragedias mayores, aunque también los hay que las van olfateando, merodean entorno al mal ajeno igual que los buitres vuelan en círculos en espera de la carroña que los sustenta, que los define como seres vivos.

El caso concreto es que llovió a mares y algunas carreteras quedaron anegadas y cortadas durante algunas horas. De forma caótica y de fuentes poco fiables la información iba llegando a los móviles de los que no se separan de él, y más en estos casos donde la sangre llega al río o el río se desborda. Los propios periódicos locales no contribuían a aclarar el estado exacto de la situación, quizá por motivos disuasorios bienintencionados, para que nadie se aventurara a echarse a la carretera en tales condiciones atmosféricas un viernes a la salida del trabajo.

A pesar de toda esa profusión de datos y consejos de unos y otros, decidí dirigirme hacia la salida menos recomendada por mis benefactores, que me decían vaya fin de semanita que has ido a elegir para irte al campo, no se te ocurra ir por esa carretera o esa vía ya está cortada a la altura de no sé qué punto kilométrico.

Pues resultó que ni estaba cortada ni volvió a llover prácticamente en toda la tarde, así que conduje mi viejo coche en soledad y silencio por la carretera que une las dos capitales de provincia hasta que salí a la autovía, en la que tampoco había tráfico apenas. Los rayos de sol generaban arcoíris perfectos mientras me iba acordando sonriente de los pronósticos de esos congéneres entristecidos por mis planes fallidos.

Así llegué al Parque Nacional y allí esperé a unos amigos que venían de ciudades más alejadas. Llegaron, cenamos y, al día siguiente, caminamos bajo un sol radiante, un cielo limpio y sin un alma a la vista. Las gentes, asustadizas en su mayoría, estarían de paseo por los centros comerciales, no fueran a llenarse de barro los pantalones. El domingo sí que se dejaron ver unos cuantos domingueros endomingados que se atrevieron a bajarse de sus automóviles y sacarse unas fotos bajo buitres negros.   

Dante en bañador

Hispanista sureño

Febrero/2024

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