top of page

Querido Axel;

 

Me partió en dos el corazón tu misiva pidiéndome auxilio intelectual, un humanismo en el que estrecharse, precisamente tú, que tantas veces me sanaste, mi querido doctor, contigo subrayo mi personalidad siendo más Alain que nunca. Cómo iba a quedarme de brazos cruzados con mi más auténtica referencia de carne y hueso allende de los libros. Nunca pensé que te pudiera dar un brote, pero incluso en la locura eres divertido, cabrón.

 

En cuanto recibí tu carta moví cielos y mares para hallarte. Lo primero que pensé es que no hubieras realmente viajado y estuvieses en tu piso de Gràcia desorientado en ensoñaciones preocupantes. Puse en acción a nuestra banda. Como bien sabes lo mismo te roban un Greco que alteran de rumbo un buque para salvarte. Sé que te resistías a despedirte de Lima, pero ante una emergencia sanitaria tan magna, no nos podíamos permitir abandonarte a la suerte. En tu piso recabamos suficientes pistas para seguir el periplo que trazaste. El remite señalaba la finca de Las Noras, pero a estas alturas y conociéndote, ni nos preocupamos en comprobar que no estabas allí. No quisimos tampoco asustar a tu abuela que a sus ciento seis años no se merece enredarla en nuestros asuntos.

 

A ti siempre te han enamorado las rusas, por duras y fuertes, así que pensé en Dasha, nuestro nuevo fichaje, aunque ella es ucraniana y si palpas atesora una pipa entre las piernas. Supuse que su dulzura te calmaría y así fue no sin antes resistirte a acompañarla al aeropuerto. Me ha dicho que hasta que no recitó unos versos de Cernuda, te creías que era una agente de los servicios secretos rusos.

 

Ahora que me leerás casi sanado después de una semana de baños mediterráneos junto a Dasha, aislados del mundo, es hora de que haga gala de la gravedad acorde a la situación, no por ello abandonando, ni un momento, la comedia que ya sabes me caracteriza. Porque estamos aquí para reírnos, doctor. Reírnos hasta en el pelotón de fusilamiento y bostezar como hipopótamos en la próxima junta de accionistas. Tú y yo somos la resistencia invisible y pese a la informalidad de la empresa, jamás hemos perdido el norte. Nunca supimos de qué trataba exactamente el negocio, pero el éxito ha sido precisamente no encorsetarlo en un solo campo. Somos una editorial a la sombra, prestamistas simbólicos, psiquiatras de los más cuerdos, secuestradores de cuadros robados por otros, representantes de futbolistas, productores de circo, qué más quieres.

 

Sé que lo has pasado muy mal desde que comenzó la pandemia y has visto imágenes espeluznantes y desoladoras que te han envenenado la imaginación planteándote si una vida con tantas restricciones y enfermedad merece la pena. Vivíamos lejos de esa calamidad y de pronto la pesadilla reaparece, digo reaparece pues siempre ha estado latente, acechándonos aunque nos hiciéramos los ciegos. Y ese es el peligro: que cuando remitan las muertes y contagios en Occidente en poco tiempo nos comportemos como si no hubiera ocurrido la desgracia, escuchando serios discursos solemnemente idiotas, postulando reactivar la economía y el turismo que nos ha llevado al desastre, sin hacer de todo esto una oportunidad para cambiar el lenguaje económico y en consecuencia los hechos materiales. Ante sus caras impasibles, engreídas y cínicas, necesitamos tu carcajada enorme como una flor gigante y carnívora abriéndose en la noche.

 

Esta especie de época dorada en determinados países ricos es solo un paréntesis de un calvario mayor. Suena duro, pero es cierto. La supuesta sociedad del bienestar y la bonanza es más frágil que una colección de porcelana a los pies de rinocerontes. De paraíso a pesadilla se retrocede en un instante. Una mayoría de la humanidad habita un infierno permanente, bajo una explotación empresarial y bajo el control supremo de Estados dictatoriales.

 

Te entiendo doctor, comparto el desgarro. La historia misma de la humanidad da vértigo por injusta. Si naces en el planeta Tierra siempre se tienen más papeletas de caer en el sitio equivocado. Por eso como privilegiados nos asusta que de un plumazo nos encajonen dentro de nuestras casas, nos pongan horarios y nos acose el Estado con su suprema vigilancia. Hay que estar en guardia porque grandes grupos de poder económico van a utilizar la pandemia como excusa para despersonalizarnos y seamos una masa amorfa fácilmente dirigible. Ninguna dictadura triunfa si no tiene una gran parte de la población que se autoconfina mentalmente y acaba asumiendo un relato por un supuesto bien común que evapora la libertad de los cerebros.

 

Dasha me mantiene informado a diario de cómo vas evolucionando. Sé que te ha dado por tocar las campanas de la torre con insistencia y que pasas las noches en el faro. En un par de semanas estaré con vosotros en la islita. Embarco en Barcelona en un mercancías que pasará de madrugada a menos de diez nudos de Tabarca. Me ha sido relativamente fácil sumarnos a sus 48 habitantes falsificando los registros. Vamos a construir una biblioteca submarina y atrincherarnos para que este verano no vengan las tabarqueras con turistas. Devolveremos a la isla su espíritu pirata que tuvo durante siglos. Escribiremos un manifiesto a Europa reclamando la independencia. Dejando clarito que este año podrá acceder a la isla libremente cualquier ciudadano si respeta unas normas específicas contra el impacto ecológico: o se llega remando, a vela, nadando o que se olviden. Una isla tan pequeña no puede ser ultrajada y violada con tal cantidad de chiringuitos y gente desenfrenada, chocando como polillas.

 

Me decías en tu misiva que necesitabas ayuda y acudí a rescatarte de tu pequeña locura transitoria. Sé que me consideras un ser alegre que no hay día que no llore por alguna inesperada risotada. Amo vivir y soy un idealista de la fe que me profeso, intentando que mis sueños y libertad no colisionen con los sueños de otros. Mi arma es la risa y cuando no consigo soltarla al menos dibujo una mueca irónica. Me vienen a visitar los mismos fantasmas que a ti y los despacho sin titubeos agarrándome a lo que me apasiona. No dejes ni un segundo de promover acción, no te encierres en ti mismo. No dejes rastro. Despista al ojo que nos espía. Prepárate para la lucha: tendremos que escribirla como nunca se ha escrito, hacerla como nunca se ha hecho.

 

 

Rememora nuestros baños crepusculares

 

Aquellas noches estrelladas nos destinaron a Barcelona

 

Ahora hay que defender a puñal y muerte nuestro paisaje

 

 

Alain Llorente

 

 

                                                                                    junio del 2020

bottom of page